- En un país con un déficit público elevado, con un gasto social 4,3 puntos de PIB por debajo de la media europea y un problema en ciernes con las pensiones, la única receta universal que proponen PP y a C's es bajar impuestos
Quien esté interesado en conocer con detalle el estado harapiento de la fiscalidad española no tiene más que prestar atención a dos informaciones recientes y unir la línea de puntos. La primera exponía algo muy simple: la presión fiscal en España bajó por primera vez en 2016 desde que gobierna el PP (del 34,5% del PIB en 2015 al 34,1%). Es de suponer que tal descenso habrá producido gran alborozo en el PP y en Ciudadanos. El drama implícito de la noticia es sencillo: los ingresos tributarios en España están a 7,2 puntos de PIB de la media de la eurozona. En un país con un déficit público elevado, con un grado decreciente de protección al desempleo, con un gasto social 4,3 puntos de PIB por debajo de la media europea, con un problema en ciernes con las pensiones y una carencia notable de infraestructuras, la única receta universal que proponen PP y a C’s es bajar impuestos.
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