Rumbo a otra de esas nefastas horas señaladas, el país se debate entre el humillante bochorno al que lo han sometido las dirigencias partidistas y el que ya está anunciado y tendrá eje la estimación del costo de los daños y de una reconstrucción borrosa, todavía indefinida en sus perfiles fundamentales y de plano indescriptible a medida que uno se mueve a las profundas realidades del sur y el sureste. De algo deberíamos estar seguros ya: que de este cruce de caminos bajo la niebla de la incertidumbre y el temor, no saldremos ilesos ni política ni socialmente, a pesar del inmenso inventario de solidaridad que el magno sismo sacó de nuevo a la superficie.
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