- Los reos se han amotinado para vengarse de El Tato, un presunto líder de una banda de torturadores y extorsionadores de la cárcel
Junto a la última barda que separa a los reos de la libertad hay un tiradero ilegal de basura. El olor a podrido agría el ambiente ya de por sí tenso que se vive a las puertas del penal. En Chiconautla (Ecatepec, Estado de México) ha habido un motín este lunes por la mañana y después de más de seis horas sin respuesta, los familiares se suben al vertedero, gritan desesperados, corren de una puerta a otra, sudan sin parar. De repente, todo se detiene: una esposa histérica se ha subido a la valla de la prisión y ha cruzado al otro lado. La policía la observa inmóvil. Desde uno de los módulos se ve un humo negro y denso. Solo ha habido dos heridos —un reo y un custodio, insisten las autoridades— pero hay pocas cosas de las que los familiares desconfíen más que de la prometida transparencia de esa prisión. Y en el centro de todo el caos, un joven mafioso, que con 31 años y 10 días de experiencia en esas rejas, ha removido los cimientos del penal: Luis Alberto González Nieto, alias, El Tato. Él es el último responsable de las horas más tensas que han vivido en muchos años las puertas de Chiconautla.
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