El 10 de octubre de 1985, tres semanas después de los terremotos de septiembre, el poeta y ensayista Octavio Paz puso el dedo en la llaga en un artículo publicado en El País de España: mientras todos exculpaban responsabilidades, ocultaban a la sociedad solidaria y escondían incapacidades, Paz realizó la primera crítica sistémica sobre los terremotos, dejando en claro que la naturaleza fue efecto de causas políticas.
“Tres fuerzas nefastas se han confabulado para producir este colosal disparate que hoy es México” y el “crecimiento frenético y canceroso de la ciudad”: “el centralismo político, económico y cultural”, “el espíritu de lucro de los empresarios e industriales de la construcción” y “la megalomanía de los últimos gobiernos”. Los tres tuvieron efectos negativos: hacinamiento humano contranatural, “especulación urbana desenfrenada e inescrupulosa” y “Babilonias de cemento del tamaño de su vanidad”.
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