miércoles, 25 de octubre de 2017

LECCIONES DE LA CRISIS CATALANA

  • España necesita ofrecer un nuevo proyecto colectivo ilusionante, que se enorgullezca de su diversidad, que sea europeísta y reformista, que aborde la regeneración y que reforme la Constitución, lógicamente votada por los catalanes
Antonio Roldán Monés - El País
No existe arma más potente para dividir a las sociedades que el nacionalismo radical. El nacionalismo se define por adjudicar a una colectividad de individuos unas características identitarias que la diferencian del otro. Si esas diferencias se convierten en herramienta política para imponer sobre los demás, por encima de la ley, un marco de convivencia distinto al acordado, es inevitable que el otro se rebele. Puesto que el nacionalismo está basado en sentimientos y no tiene el monopolio del corazón, la escalada puede resultar en una cacofonía letal para la convivencia. Para los catalanes que hemos nacido después de la transición, ningún conflicto político, nunca, había generado unas fracturas humanas y emocionales tan profundas y tristes como lo ha hecho el nacionalismo separatista.

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