- La insurrección frente al Estado galvanizó en 2017 al separatismo con la excusa del referéndum
Como en el fragor de la batalla a menudo se pierde la perspectiva, vale la pena trazar un esquema de las cuatro fases (ilusión, expectación, desconcierto e insurrección) que ha seguido hasta ahora el procés.
La ilusión (1) eclosionó en la Diada de 2012 tras una gran manifestación netamente independentista. Artur Mas vio en ese clímax, alimentado desde los medios públicos, una ocasión de oro para adelantar las elecciones bajo la bandera del derecho a decidir, no sin antes escenificar el portazo de Mariano Rajoy a su exigencia de pacto fiscal. Fracasó estrepitosamente, pero resucitó a una ERC liderada ahora por Oriol Junqueras. Este impuso a Mas la condición de celebrar una consulta en 2014, coincidiendo con el referéndum escocés y el tricentenario de 1714. Entre tanto, la pulsión soberanista fracturó el PSC y penetró en muchos sectores sociales, incluidos unos sindicatos que acabaron de comparsas de la agitación nacionalista. La ilusión alcanzó su cenit el 9-N en el que Mas “engañó” al Estado.
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