- Las imágenes del 1-O no deben hacer olvidar que fue una provocación y una reacción errada del Gobierno español
Antonio Navalón - El País
El pasado agosto, la clase dirigente española se fue de vacaciones creyendo que el proceso catalán se arreglaría solo porque no era legal o porque, a la hora de la verdad, la gente se acobarda. Fue así como ignoraron un conflicto que resultaba tan previsible como las consecuencias económicas, políticas y sociales que traería tanto dentro como fuera del Estado español.
El mundo está asombrado con lo que ha sucedido en España —tal como pronosticó el primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez—, pero no tanto como lo están más de la mitad de los españoles ante el curso que está siguiendo el proceso de desconexión o problema catalán. Al final, como la historia nos ha enseñado, unos pocos dispuestos a todo valen más que muchos dispuestos a nada.
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El pasado agosto, la clase dirigente española se fue de vacaciones creyendo que el proceso catalán se arreglaría solo porque no era legal o porque, a la hora de la verdad, la gente se acobarda. Fue así como ignoraron un conflicto que resultaba tan previsible como las consecuencias económicas, políticas y sociales que traería tanto dentro como fuera del Estado español.
El mundo está asombrado con lo que ha sucedido en España —tal como pronosticó el primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez—, pero no tanto como lo están más de la mitad de los españoles ante el curso que está siguiendo el proceso de desconexión o problema catalán. Al final, como la historia nos ha enseñado, unos pocos dispuestos a todo valen más que muchos dispuestos a nada.
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