- Todo ese síndrome es el efecto más visible de las privatizaciones salvajes que aquí se han llevado a cabo
El calor barato sale caro: fíjense en la gente que utiliza braseros de
carbón o leña para templar la casa (el vatio, a la altura del caviar)
provocando sin querer incendios en los que muere por asfixia o abrasada.
Cada dos por tres, salta esta noticia en el telediario. Se pregunta uno
en su ignorancia si no sería más lógico que la electricidad estuviera
nacionalizada, de forma que la gestionara y distribuyera con sentido
común el Estado. Viene todo esto a cuento de que España empieza a sufrir
síntomas de congelación y gangrena, ya que en multitud de hogares no se
enciende la calefacción porque no se puede hacer frente al recibo. Sin
embargo, los consejeros de las eléctricas ganan cantidades astronómicas y
en algunos casos son expolíticos a los que la empresa correspondiente
está devolviendo un favor (a veces, el de haberla privatizado).
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