- El Gobierno mexicano da por asesinados e incinerados a los 43 normalistas
- La confesión de un jefe sicario culmina la investigación
Los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa
han dejado el mundo de los desaparecidos y entrado oficialmente en el
de los muertos. Desde ayer, las autoridades mexicanas les consideran
fallecidos y sostienen, ya sin asomo de duda, que fueron detenidos,
asesinados e incinerados. Y todo por una terrible confusión: los
sicarios de Guerreros Unidos les tomaron por integrantes de un cartel
rival, Los Rojos. Esta conclusión, rechazada de plano por las familias,
abre el camino al cierre de un caso que ha convulsionado al país como
pocos en la historia reciente y cuya persistencia en las primeras
planas, alimentada por las dudas sobre la investigación oficial, lo
había transformado en un huésped incómodo para el Ejecutivo. Un foco de
erosión y protesta ante el que el presidente, cuyo nivel de aceptación
popular toca mínimos históricos, ha decidido pasar página: “Estoy
convencido de que este instante, este momento de la historia de México,
de pena, tragedia y dolor, no puede dejarnos atrapados; no podemos
quedarnos ahí”.
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