Francisco Valdés Ugalde / El Universal
En el centro de la economía, la sociedad y la política está enclavado
el problema de la igualdad. Todos los caminos llevan a ella. Si se
trata de pobreza o marginación, de discriminación o integración y
cohesión social, de preparación de las personas para actuar en el mundo
de hoy, al final de cuentas se llega al problema de la igualdad.
La premisa de la igualdad es que la sociedad humana está hecha de
desiguales, de otra forma sería baladí. De ahí que toda reflexión
comience por preguntarse “¿igualdad de qué?” (Amartya Sen). La
diversidad humana adopta manifestaciones múltiples: sexuales,
lingüísticas, étnicas, culturales, sociales, económicas, etcétera. De
hecho, cada vida y cada acto humano es singular, de ahí que en todo
momento sabemos que no somos iguales, sino diferentes.
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