Lo más urgente para
crear empleo es evitar que se destruya. La reforma laboral ya ha demostrado que
no lo logra. Al revés, agrava la sangría. Necesita torniquete. Hay que darle
los retoques indispensables, de modo que los despidos sean el último-último instrumento
de cualquier ajuste: tras agotar las reducciones salariales (y de otras rentas)
y las reducciones de jornada, copiando el kurzarbeit alemán
o austriaco (que cuestan algún dinero público). Todo ello bajo el signo de la
negociación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario