David Quist* y Elena Álvarez-Buylla** / La Jornada
En 2009 entregamos al
presidente Felipe Calderón un extrañamiento aludiendo a su
responsabilidad histórica de prevenir el daño irreversible a uno de los
más valiosos recursos naturales del mundo, la diversidad del maíz
mexicano, que implicaría liberar líneas transgénicas en su centro de
origen: México. Sin embargo, su administración hizo caso omiso de las
evidencias y recomendaciones científicas que exigen adoptar una postura
precautoria, prohibiendo la liberación de variedades transgénicas en sus
centros de origen, como se procede en otras partes del mundo.
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