Paul Krugman / El País
Hace tres años, a la política económica le sucedió algo terrible, tanto
en Estados Unidos como en Europa. Aunque lo peor de la crisis financiera
había pasado, la economía en ambos lados del Atlántico seguía deprimida
y con un paro muy elevado. Pero la élite política del mundo occidental
decidió en bloque por algún motivo que el paro ya no era un problema
crucial y que reducir los déficits presupuestarios debía ser la
prioridad absoluta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario