Jorge Zepeda Patterson - Sinembargo
Las dos novelas se inscriben en el género de relato de viajes, la llamada road literature, en ambos casos desde la perspectiva adolescente de un mundo adulto que les rechaza y las dos ofrecen una mirada fresca y reflexiva no contaminada. Pero, sobre todo, se trata de dos lecturas apasionantes para recargar baterías en estas vacaciones.
Hay lecturas, series o películas a las que uno llega porque ganaron premios, porque están en boca de todos o porque saltan a la vista en cuanto se abre un periódico o se enciende la pantalla. Pero hay otras que llegan por el tortuoso camino del azar, a golpes de imponderables, como si lo persiguieran a uno a pesar de los accidentes o gracias a ellos. Botellas en el mar que tienen a bien ser escupidas por la ola justo en el momento en que pasamos. Quizá por ello tengo particular aprecio por dos novelas que he podido leer estos últimos días. Ambas llegaron sin que mediara búsqueda alguna, sin saber siquiera de que existieran sus autores. Hallazgos en sesiones de navegación por la Web sin más propósito que el alivio que supone procrastinar sin reconocerlo.
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