- Los líderes mundiales azotados por los desafíos económicos temen que los problemas de Liz Truss sean un presagio para otros países.
Truss estaba siguiendo los pasos de su predecesor, Boris Johnson, quien renunció como primer ministro hace apenas tres meses después de una serie de escándalos. Foto Henry Nicholls/Reuters
Mark Landler - Clarín.com
LONDRES — Para Liz Truss, el final llegó el jueves en una reunión al mediodía con los grandes del Partido Conservador.
Pero el destino de Truss como primera ministra quedó casi sellado tres semanas antes cuando los operadores de divisas y bonos reaccionaron a su nuevo programa fiscal torpedeando la libra y otros activos financieros británicos.
El rápido y fulminante veredicto del mercado sobre la agenda de reducción de impuestos de Truss destrozó su credibilidad, degradó la reputación de Gran Bretaña entre los inversionistas, elevó las tasas hipotecarias, empujó la libra hasta casi la paridad con el dólar estadounidense y obligó al Banco de Inglaterra a intervenir para apuntalar hasta los bonos británicos.
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