El gobierno de Evo Morales ha sido derrocado. Se cumple la máxima. Sin la participación de las fuerzas armadas y las plutocracias desplazadas del poder, la ruptura del orden constitucional se antoja inviable. Los golpes de Estado no son blandos, duros, de guante blanco, simplemente son. La alianza cívico-militar es condición sine qua non para su triunfo. Otra cosa es el papel de los actores comprometidos en la sedición golpista. La estrategia depende de la coyuntura, la correlación de fuerzas y el contexto internacional. Los tiempos cambian. Hoy, en Bolivia vemos emerger nuevos factores en la estrategia golpista. Destaca la aparición de un personaje atípico: Luis Fernando Camacho, empresario, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, ligado a los golpistas que en 2010, encabezados por Branko Marinkovic y Eduardo Rózsa Flores, croata-bolivianos, buscaban proclamar la independencia en los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija.
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