Guillermo Knochenhuer - El Financiero
Ante la oleada de reacciones nacionales e internacionales contrarias a la Ley de Seguridad Interior, el presidente Peña Nieto detuvo el proceso legislativo que ya había pasado por la aprobación de la cámara de Diputados y que el líder de los senadores priistas, Emilio Gamboa, daba por seguro que sus colegisladores la aprobarían esta semana.
Sería el peor estigma de los varios negativos del sexenio que llegara a promulgarse una ley que entre sus defectos destacan que viola ocho artículos constitucionales; que, como dijo Miguel Mancera, “pasa de la coordinación a la subordinación” de la soberanía de los estados; que va en contra de los derechos humanos más elementales y que la ambigüedad de algunos artículos le permitiría a las fuerzas armadas actuar sin control del Congreso ni del propio Presidente de la República.
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