“Es obvio que el candidato presidencial del PRI va a ser José Antonio Meade. Si no, por qué tomarse el trabajo de cambiar los estatutos del PRI al cuarto para las doce”.
He escuchado esta afirmación una y otra vez desde que el sábado 12 de agosto se resolvió en la Asamblea del PRI quitar el candado para que un no militante de ese partido pudiera ser su candidato presidencial.
El razonamiento parece impecable. Se argumenta que no tendría sentido haber eliminado los candados si el candidato no fuera a ser el único al que se le aplica el cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario