Raymundo Riva Palacio / Reporte Indigo
Cuando nombró recientemente al arzobispo de Morelia, Alberto Suárez
Inda, nuevo cardenal mexicano, el Papa Francisco confirmó las señales de
lo que venía pensando sobre México. Algunos mensajes ya había enviado.
Unos fueron públicos, como los dos artículos críticos del gobierno
mexicano por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa,
publicados el año pasado en L’Osservatore Romano, el órgano
oficial de la Iglesia Católica, a lo que siguió la petición privada de
Francisco para que en el viaje programado a México en marzo, le dieran
facilidades para oficiar una misa en Guerrero. La petición fue denegada y
la visita pasó a mejor vida. Pero el tema no ha parado.
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