Alinearnos con las posiciones alemanas puede ser políticamente conveniente, pero es malo para la economía
El presidente Mariano Rajoy se ha afanado estos días por tierras
gallegas en cultivar la amistad de Angela Merkel. Aprovechó las
caminatas, los fogones y la intervención del santo Apóstol para lograr
su respaldo a una mayor presencia política de España en las
instituciones europeas. Y parece que lo ha logrado. Está bien. Nos
conviene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario