domingo, 5 de enero de 2014

EL FIN DE LA FIEBRE FISCAL



Por fin empezamos a hablar de cuestiones reales, como la desigualdad, y no de falsas crisis fiscales
Paul Krugman/ El País
En 2012, el presidente Obama, que no pierde la esperanza de que prevalezca la razón, predijo que su reelección acabaría por fin con la “fiebre” del Partido Republicano. No fue así.
Pero la intransigencia de la derecha no era el único trastorno que alteraba el cuerpo político estadounidense ese mismo año. También sufríamos de fiebre fiscal: la insistencia de prácticamente toda la clase dirigente política y mediática en que los déficits presupuestarios eran nuestro problema económico más urgente e importante, aun cuando el Gobierno federal podía tomar préstamos a tipos de interés increíblemente bajos. En vez de ocuparse del desempleo masivo y de la desigualdad creciente, Washington tenía la mirada puesta casi exclusivamente en la supuesta necesidad de recortar el gasto (lo cual agravaría la crisis del empleo) y desmantelar la red de asistencia social (lo cual agravaría la desigualdad).

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