Los que gobiernan miran hacia arriba, como si la soberanía ya no estuviera en la ciudadanía
La democracia al revés. Los que gobiernan solo miran hacia arriba, como
si la soberanía ya no estuviera en la ciudadanía. Y esta se siente
tratada como un incordio inevitable, de ahí la desconfianza. Los
gobernantes viven en la creencia de que los perdedores son invisibles y
no cuentan. Pero cuando la parte de la sociedad que lo pasa mal es mucho
mayor que la franja de los integrados que han trampeado la crisis sin
apenas enterarse, la invisibilidad es pura utopía. El gobernante
prefiere los indicadores numéricos que no tienen rostro ni sufrimiento.
La realidad le resulta obscena y trata de minimizarla con la propaganda
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