El regalo
de Navidad que nos ha deparado el destino ha sido el estallido de una bomba de
relojería
Almudena Grandes / El País
Si España fuera un
abeto, este año tendríamos pocas cosas bonitas que colgar de sus ramas. No
importa mucho, porque tampoco se verían. Todos esos adornos frágiles, antiguos,
de cristal irisado y delicados detalles hechos a mano, que se venían atesorando
durante generaciones, han salido rotos de la caja. Hoy brillan por su ausencia,
vendidos unos, arruinados otros, descapitalizados, despiezados, inmolados en el
dudoso altar de una presunta recuperación económica que solo sabe engendrar
pobreza y más pobreza.
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