Joschka Fischer / El País
Hace pocas semanas parecía que lo peor de la crisis
financiera europea había quedado atrás y que se avecinaba un retorno a la estabilidad.
Pero las apariencias engañaron. Un problema que (al menos en términos
relativos) podría haber sido menor, el de Chipre, se combinó con un grado de
incompetencia casi increíble de parte de la troika (la Comisión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) y se convirtió en una
crisis de grandes proporciones.
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