Pablo de Llano -Puebla, México-El País
En el municipio de
Coronango, en el Estado de Puebla, brotan aquí y allá viviendas de dos pisos
que tienen más fuste que la mayoría de las que las rodean. Son el símbolo del
dólar en una tierra humilde, la señal de las familias que perdieron de vista a
esposos, hijos y hermanos a cambio de una fuente de ingresos a la que aquí no
podían aspirar: las remesas de los emigrantes a Estados Unidos. Ahora, lejos de
este pueblo aletargado de fabricantes de ladrillo y de empleados de la maquila
(talleres textiles), se cuece una ley que podría devolverles la oportunidad de
ver a los que se fueron.
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