Luis Prados / El País
La cuarta visita de Barack Obama a México este jueves y el
viernes, pero la primera en la que se encontrará con un presidente del PRI,
Enrique Peña Nieto, se produce en un momento decisivo para definir una nueva relación estratégica entre ambos países. La idea de que la cumbre representa
una extraordinaria oportunidad para un cambio de enfoque en una cooperación
compleja, sometida a un vaivén histórico entre el amor y el odio, y dominada en
los últimos años por la seguridad frente al narcotráfico, ha sido repetida como
un mantra por políticos y comentaristas mexicanos en los últimos días. El
presidente de EE UU llega cuando las expectativas internacionales ante el
despegue económico del vecino del Sur han llegado al extremo de bautizarle como
el tigre azteca y cuando su
Administración ha establecido como prioridad la reforma migratoria, dado el creciente peso político de
la comunidad hispana en el gigante del Norte.
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