- Epicentro de una crisis/III y última
- Prefieren los pesitos en lugar de quetzalitos
Braceros guatemaltecos son llevados por contratistas de empresas establecidas en México desde pueblos a 500 kilómetros de la frontera. Muchos no hablan español, reciben poco más del salario mínimo de nuestro país, los contratan de 30 a 40 días; a veces, los alimentan sólo con frijoles y duermen en galeras con piso de tierra. Aun así, agradecen que les den chamba porque en sus lugares de origen nos morimos de hambre
▲ Cientos de migrantes pasan de manera ilegal por el cruce del coyote, ubicado en Ciudad Hidalgo, Chiapas. Foto Víctor Camacho
Braulio Carbajal - Enviado - Periódico La Jornada
Tapachula, Chis., Es un día cualquiera en Chiapas. Aún no caen las primeras luces del alba, pero a orillas del río Suchiate, cientos de personas cruzan la frontera natural desde Guatemala a México arriba de decenas de balsas rudimentarias hechas con unas pocas tablas de madera sobre un par de cámaras de llantas. Ahí, a escasos 100 metros del paso oficial, guatemaltecos, haitianos, venezolanos, salvadoreños, cubanos y demás buscan lo mismo: una vida digna fuera de la violencia o pobreza de su país de origen.
De las balsas descienden familias completas que, cuentan, llevan una travesía de tres semanas, incluida una en medio de la selva para alcanzar el famoso sueño americano. Claro, con una parada en México.
Estos migrantes son parte de una estadística que deja en claro la crisis migratoria que enfrenta el país: 90 mil migrantes cruzan la frontera sur de México cada mes, según diferentes reportes de ONG, gran parte de ese número lo hace por este cruce ilegal ubicado en Ciudad Hidalgo, Chiapas, mejor conocido como el cruce del coyote.


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