Por Pedro Arturo Aguirre - El Economista
El impacto de la ideología en el modelo económico chino se está dejando sentir y no para bien. Por mucho tiempo, el Partido Comunista de China priorizó al crecimiento económico por encima de la ideología guiado por el precepto de Deng Xiaoping “no importa si el gato es negro o blanco si caza ratones”. Sin embargo, el actual dirigente chino, Xi Jinping, ha reinstalado el papel central de la ideología con su “pensamiento sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” y reforzado la centralización del poder y la racionalización ideológica con ambiciones de largo alcance “para transformar el entorno político nacional y mundial”. Como consecuencia, a partir de 2020 China empezó a poner cortapisas a las reformas del mercado para dar paso a una economía más controlada por el Estado y subordinar los intereses comerciales a los objetivos del Partido Comunista. Pero con esta creciente influencia ideológica en las políticas económicas muchos empresarios e inversionistas se preguntan si el país sigue siendo un lugar confiable donde operar.
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