Por Sergio M. Alcocer - El Economista
La Cuarta Revolución Industrial está impulsando un acelerado cambio global, propulsado por tecnologías emergentes de carácter exponencial que están detonando, a su vez, una economía digital. Así, puede decirse que la innovación es motor y destino, pues permite afrontar los retos de manera novedosa y generar mejores condiciones de vida para la sociedad.
La pandemia por Covid-19 afectó a todas las economías del mundo y México no fue la excepción. En un entorno de desarrollo tecnológico ya de por sí apresurado, aceleró aún más la Creatividad, la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CCTI). Así, durante la pandemia, la CCTI fue crucial para desarrollar soluciones innovadoras para enfrentar la crisis, asumir los desafíos y mitigar los impactos negativos. Al tiempo evidenció la necesidad de destinar mayores recursos a la investigación, al desarrollo y a la implantación de ésta, así como la falta de políticas públicas que ayuden a dirigir los esfuerzos de innovación hacia donde más se necesitan y, sobre todo, para atender las desigualdades y a los que menos oportunidades tienen.
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