José Blanco - Periódico La Jornada
En el pasado las crisis del capitalismo reconfiguraban el sistema y establecían un nuevo periodo de estabilidad. El sistema capitalista recobraba su posibilidad de continuar el proceso de acumulación de capital. Aunque una nueva estabilidad capitalista nunca significó armonía económica. La magia del mercado capitalista siempre fue la irracionalidad por antonomasia. Hemos leído en La Jornada las tres estupendas entregas de Braulio Carbajal tituladas Epicentro de una crisis sobre la producción de alimentos. Domina el mercado la actividad feroz de los intermediarios y el crimen organizado que se quedan la mayor parte del precio final de los productos. Producción y distribución de alimentos, indispensables para la población, sólo cuentan como medios para enriquecer a unos que deben ser llamados estafadores.
La irracionalidad de los mercados manda: con altas de interés los banqueros se apropian las mayores tajadas del ingreso nacional, a fin de que los precios no se desborden en una inflación galopante. Todo esto es parte normal del capitalismo. Los capitalistas se comportan como lo que son: individuos dedicados a acumular capital. Los productos, que satisfacen necesidades humanas, no son el objetivo del capital: son sólo medios para ganar dinero.
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