miércoles, 28 de diciembre de 2022

GOLPES DE ESTADO

Luis Linares Zapata - Periódico La Jornada

El panorama se ha ido aclarando pieza por pieza. Pero cada una de ellas, hasta completar la fatídica armazón conspirativa, van ocupando el lugar premeditado. No todas las veces, donde un golpe de Estado se produce, los actores del drama son los mismos. Muchas veces hay cambios claves, aunque hay uno, sin duda el estelar, que siempre aparece, al menos en América Latina. Sin que por ello deje de notarse en otros lugares del mundo. Ya no es una sombra oculta, una figura huidiza que actúa en la clandestinidad o en los pasillos de palacio. Pero ahora tiene la desfachatez de presentarse ante el ancho público. Es por eso que ya no queda la menor duda de la ruta y las intenciones preferidas en la actualidad. La celebre embajada estadunidense siempre acapara el centro del escenario de los varios golpes de Estado que han tenido lugar en el vecindario de este continente.

Para acomodar los intereses del imperio hace falta la conspicua concurrencia de varios actores con influencia decisiva. El rompecabezas consta de los siguientes participantes intercambiables: el ejército y la policía siempre como respaldo. Se le adjuntan ahora los aparatos legislativo y judicial. A este conjunto se arriman, jubilosos, los medios de comunicación masiva con toda su corte de voces, imágenes y textos. En ciertas ocasiones se aúnan, a este trabuco de conspiradores, ciertos grupos de los catalogados como de presión. Alguna, o varias de las iglesias, también son bienvenidas. Ciertos sindicatos de trabajadores corporativizados pueden auxiliar. Lo mismo sucede con personajes de centros de estudio o la academia.

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