Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Hablar de crisis se ha vuelto redundante. Más que un acontecimiento traumático y portador de cambios significativos, se ha vuelto algo así como un estado de ánimo cansino, apático. Parece que entre nosotros la crisis ha perdido todo significado y, lo más grave, todo impulso para apurar algún cambio.
El Presidente y su gobierno, con cierta cautela, entonan notas victoriosas: la podemos pasar con crisis por un buen tiempo, ése ha sido uno de los mensajes recurrentes del mandatario y su secretario de Hacienda, quien parece decidido a seguirlo inventando aquello de la diversificación productiva como un colchón de indudable eficacia para encarar las crisis.
De cómo le hemos hecho para salir más o menos ilesos de cada episodio tormentoso y adverso en la economía poco nos hemos dicho. Da la impresión de que nuestras capacidades de resistencia estuvieran moldeadas para soportar lo que venga, de aquí proviene la intrigante confianza que acompaña en la materia al discurso presidencial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario