Por Deepta Bhattacharya - The New York Times
La pandemia de COVID-19 ha sido una prolongada batalla entre un virus que marcará a una generación y los científicos que trabajan a un ritmo vertiginoso para combatirlo. Tras el desarrollo de la primera generación de vacunas contra la COVID-19, notablemente efectivas, el virus dio su respuesta: han surgido más variantes infecciosas, capaces de infectar a personas vacunadas o que ya se habían contagiado antes. No se trata de un fracaso de las vacunas, que siguen protegiendo a millones de personas de las consecuencias más catastróficas del virus. Sin embargo, la ciencia debería estar preparada para hacer sus próximos movimientos.
Inicialmente, las personas a las que se les administraron las vacunas de ARNm de Pfizer o Moderna eran alrededor del 95 por ciento menos propensas a contraer la COVID-19 que aquellas sin inmunidad previa. La protección frente a la enfermedad grave era muy sólida. En los países con una alta aceptación de la vacuna, los casos de coronavirus, las hospitalizaciones y las tasas de mortalidad se desplomaron.

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