Denise Dresser - El Siglo de Torreón
Como si fuera el capataz de un
rancho decidiendo a qué hora
pueden comer los jornaleros.
Como si fuera el gerente de una fábrica de focos decretando los turnos
de los trabajadores. Así, todos los
días, el presidente de México se
sienta frente a su escritorio y decide qué investigador, científico, académico o funcionario público puede salir del país. Le llegan cientos
de peticiones, y de un plumazo palomea los permisos o los niega o regresa de Cannes a la directora de
IMCINE porque no había tramitado
la autorización correspondiente.
Así, de manera arbitraria, de manera discrecional, en función de su voluntad y sin atender algún tipo de
normatividad. En nombre del supuesto combate a la corrupción y el
desmantelamiento de privilegios,
López Obrador se ha convertido en
el Cuenta Chiles en Jefe. Sería hasta gracioso si no resultara tan dañino para el futuro de la ciencia y la
investigación y la academia y los
centros públicos de investigación y
el futuro de México. Porque más
que sembrar, AMLO está segando.
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