martes, 16 de octubre de 2018

UN SANTO SIN JUSTICIA NI CULPABLES

  • La investigación sobre el asesinato de monseñor Romero duerme en un juzgado de la capital salvadoreña 38 años después
Jacobo García - San Salvador - El País
Un recurrente sarcasmo recuerda estos días en las calles que el nuevo santo salvadoreño, monseñor Óscar Romero, se identificó tanto con su pueblo que su asesinato sigue tan impune como todos. En uno de los países más violentos del mundo, su ejecución, como el 98% de los crímenes que se cometen en el país, duerme en una carpeta del juzgado cuarto de instrucción de San Salvador.
Sin embargo, su magnicidio, el 24 de marzo de 1980, es una de las páginas importantes de Centroamérica. El asesinato y el tiroteo posterior contra la multitud durante su entierro, es considerado el inicio de la guerra civil y uno de los tableros donde se disputó la guerra fría que dejó decenas de miles de muertos hasta 1992.

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