- El recuerdo del gran maremoto de 2004 llevó a muchos habitantes de la costa a huir a tiempo tras el seísmo en Indonesia
Después de salir indemne del fuerte temblor, Erfin sabía que la pesadilla no había terminado. Alarmados por la fuerte sacudida de la casa, este pescador y su familia salieron al exterior inmediatamente. Con unas vistas privilegiadas sobre un mar de aguas turquesas, vieron que algo extraño sucedía. Erfin, en la cuarentena (y que como muchos indonesios no tiene apellido), lo describe como “un gran remolino que después lanzó un chorro de agua hacia arriba”. No había llegado ninguna alerta de tsunami a su teléfono, pero la señal que enviaba el mar era inequívoca: corrieron hacia una zona elevada para salvarse. Poco después llegaron las olas gigantes que engulleron casi todo el pueblo.
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