Jesús Silva Hérzog - El Siglo de Torreón
El moralismo de la nueva administración apuesta al recato, no al castigo. El presidente electo lo ha dicho en muchas ocasiones: no tiene la menor intención de examinar el pasado ni deseo de aplicar la fuerza de la ley contra quienes hayan cometido tropelías. Por algún extraño reflejo asocia el castigo con la venganza. Encarcelar corruptos y violentos es visto como un desahogo contraproducente. Por eso rechaza esa vía. Imagina la asunción del poder como una navaja que cortará el tiempo. El amanecer del 1º de diciembre será el primer segundo de la Cuarta Invención de México. Terminará un modelo económico, un arreglo político y la indecencia.
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