- El popular expresidente está embarcado en una rocambolesca campaña desde su celda para mantener sus opciones de triunfo en las próximas elecciones de Brasil
La celda del prisionero más famoso de Brasil suele estar abierta. Para los guardias es más fácil dejarla así y echar la llave solo por las noches y fines de semana para que, a diario, fluya el trajín de abogados, senadores, obispos, nietos y un largo etcétera que ya es la rutina en la cuarta planta de la sede de la policía federal en Curitiba (Paraná, al sur del país). Todas estas personas tienen algo que hablar con el preso, Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente y todavía el político más popular de la historia reciente de Brasil. Sentados en la mesa rectangular de la celda que Lula ha convertido en su nuevo despacho, cada uno trae sus noticias.
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