miércoles, 29 de agosto de 2018

EL ABRAZO DEL DRAGÓN

  • Pekín puede adaptarse al multilateralismo o simplemente cambiarlo
Eva Borregero - El País
Una imponente escultura preside la terminal internacional del aeropuerto de Pekín. La obra, réplica de un modelo antiguo, representa las figuras de cuatro dragones que sujetan los anillos de una esfera armilar. Desde una mirada en clave contemporánea cabría imaginar al gran dragón chino, símbolo de virtudes como la fuerza, asociado al poder imperial en la mitología de Asia Oriental, abarcando el cosmos y la tierra en él contenida.
El auge de China ha sido uno de los hechos más importantes de la política internacional en las últimas décadas. En treinta años de reformas, sus gobernantes han sacado de la pobreza a 800 millones de ciudadanos. Un “gran salto adelante”, no precisamente por la senda de Mao Tse-tung, sino mediante la construcción de un capitalismo de Estado que conjuga la apertura al comercio con un control férreo de los asuntos domésticos. Este prodigioso resurgimiento ha suscitado preocupación entre los observadores políticos, dando lugar a una serie de teorías sobre el desafío que presenta “la amenaza china”.

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