Samuel García / 24 Horas
Las reformas constitucionales que está impulsando el gobierno de
Enrique Peña Nieto corren el riesgo de ser sólo un cascarón si éstas no
se traducen en leyes secundarias y en reglamentos que las hagan
efectivas, y que su implementación apunte a los objetivos planteados. Si
no es así, sólo serán cambios grandilocuentes para no cambiar nada en
el fondo.
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