domingo, 22 de septiembre de 2013

LOS CONTRATOS DE UTILIDAD COMPARTIDA

Adrián Lajous / La Jornada
El régimen petrolero mexicano –legislación, regulación, reglas explícitas e implícitas del juego, instituciones– se agotó. Desde hace tiempo su desempeño ha sido pobre y ha logrado sobrevivir, con cierta dificultad, gracias a la generosidad de la naturaleza. Ahora, un cambio fundamental del régimen es imperativo. No es suficiente ajustarlo o, en cierto sentido, restaurarlo. Pero un cambio de régimen es un proceso que tarda, quizás unos 10 años. Por esa razón es necesario iniciarlo ya. Pasar de un régimen de monopolio estatal a uno de competencia y participación privada va mucho más allá de un cambio legislativo. Es necesario modernizar y fortalecer a un Pemex capaz de competir, crear nuevas instituciones y hacerlas operar, refundar otras más y garantizar su credibilidad, para que puedan hacer cumplir las nuevas reglas del juego. Lograrlo requiere recursos humanos calificados, recursos financieros sustanciales y, sobre todo, tiempo. Va a ser necesario diseñar e instrumentar nuevas políticas y estrategias públicas, así como nuevos marcos regulatorios. Deberá también construirse un nuevo consenso respecto al papel que jugará cada uno de los agentes económicos que participan en esta industria y definir con precisión los límites de su campo de acción. Se trata de establecer nuevas formas de intervención estatal, así como desarrollar mercados competitivos de productos.

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