lunes, 14 de enero de 2013

QUEDARSE INCLUSO CON EL DISCURSO


El riesgo es que se sustituya el sector público empresarial por un sector privado gubernamental
Joaquín Estefanía –Madrid-El País
1.- El caso Güemes (el responsable de Sanidad de la Comunidad de Madrid que privatizó los laboratorios clínicos que atienden a una parte de la población, entra como consejero en la empresa que compra uno de esos laboratorios, cuando la incompatibilidad legal ya ha prescrito) ilustra una vez más las continuas pasarelas entre el poder político y el poder económico —en las dos direcciones— en los procesos privatizadores. Conviene hacer balance no solo de cómo funcionan las empresas y los sectores privatizados (si son más o menos eficaces que cuando eran públicos, si ha aumentado la competencia, si los ciudadanos han notado sensibles mejorías en el servicio y en el precio de los productos que proveen…), sino también en manos de quien se han quedado tales empresas y sectores. No sea que se sustituya el anterior sector público empresarial por un sector privado gubernamental, como ha sucedido a veces. Del monopolio público al oligopolio privado. Antes se privatizó la banca pública (y ahora, las cajas de ahorros), la energía pública o las telecomunicaciones públicas, entre otros sectores estratégicos, y ahora se pretende hacer lo mismo con la sanidad pública y la educación pública, aunque se niegue. En este caso se quieren quedar hasta con el discurso, aunque no se esmeran ni en aportar los datos que demostrarían la superioridad de la gestión privada.

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