Paul Krugman / El País
El segundo discurso de
toma de posesión del presidente Obama presentaba muchas cosas de las que gustan
a los progresistas. Estuvo la enérgica defensa de los derechos de los
homosexuales y la igualmente enérgica defensa del papel del Estado, y más
concretamente el colchón de seguridad que proporcionan Medicare, Medicaid y la
Seguridad Social. Pero puede decirse que lo más alentador de todo fue lo que no
dijo: apenas mencionó el déficit presupuestario.
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