Luis Rubio / EL Siglo de Torreón
Nunca falla. Así como amanece cada mañana, al inicio de cada gubernatura
o presidencia municipal comienzan los reclamos por la deuda excesiva
que acumuló la administración anterior. La escena es típica: llega el
nuevo gobernante con enormes planes y proyectos, sólo para encontrarse
con que no hay ni un peso en las arcas y, peor, que los recursos que
recibe la entidad fueron hipotecados por sus predecesores. Este problema
estructural no se va a resolver mientras no cambien las condiciones que
lo crean.
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