- Negar la evidencia no es práctica legítima en un Estado democrático, mientras los poderosos creen vivir en un renovado país de nunca jamás.
Rolando Cordera Campos - El Financiero
A Julia Carabias, defensora militante de los recursos naturales, académica comprometida, promotora del desarrollo sostenible
La callada ha sido siempre la forma preferida del poder para resolver divergencias (auto)consideradas impertinentes. Así ocurrió por muchos años con el reclamo democrático que, en sus primeros momentos, fue sobre todo una exigencia de respeto por la Constitución misma. Y así ha ocurrido con la cuestión social y el mal desempeño económico que han marcado los últimos años del siglo pasado y los primeros del actual. Brilla por su ausencia la reflexión crítica, y el debate es arrinconado a los salones donde “distraídamente” se reúnen los capitanes de empresa y, de vez en vez, acuden a su llamado uno que otro funcionario considerado responsable de la gestión económica o de la política social.
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