Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto - Expreso
Cuando era un niño y antes de dormir me asaltaban los pensamientos sobre el futuro, pensaba siempre si yo iba a llegar a vivir más allá del año 2000. Estábamos en 1981 y contaba apenas con 12 años y el peor miedo de todos los niños de esa época era la “Tercera Guerra Mundial”. Tratando inútilmente de conciliar el sueño, inevitablemente venía a mi mente la posibilidad de que la poderosa Unión Soviética, con sus tentáculos extendiéndose por el mundo, terminara rompiendo el frágil equilibrio de la “guerra fría” y disparara el primer misil sobre Estados Unidos.
Y de sólo pensar en lo que eso desataría y evocar casi inconscientemente la imagen de Hiroshima ardiendo, con un hongo de gas y radiación invadiéndolo todo, el futuro automáticamente se esfumaba y el miedo a sobrevivir a un cataclismo nuclear terminaba fragmentando en pedazos la idea de un yo en el futuro, para volver difuso y misterioso el 2 acompañado de tres ceros que evocaban la idea de un cambio total, no sólo de siglo sino del concepto de vida y del mundo como hasta entonces lo conocíamos.
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