Jorge Zepeda Patterson - El Siglo de Torreón
Para haber mandado al diablo las instituciones y ser considerado una amenaza a los sacrosantos organismos encargados de impulsar la democracia real y también la otra, la simulada, López Obrador ha resultado en la práctica un diablo respetuoso, a pesar de su verbo incendiario.
Una y otra vez se ha quejado de las decisiones de los otros poderes, de los organismos de competencia, del INE, de la prensa y de toda ONGs nacional o internacional que expresa críticas sobre su gobierno. No ha ahorrado epítetos para cuestionarlos ni escondido sus deseos de cambiar a aquellos que están en su área de atribuciones y, en algunos casos incluso, de desaparecerlos. Y, sin embargo, llegado el momento ha acatado las decisiones legales del entramado institucional.
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