Jesús Silva-Hérzog - El Siglo de Torreón
Es tiempo de pensar lo impensable,
decía Emmanuel Macron en una entrevista reciente con el Financial Times. Más aún: “todos estamos embarcados en lo impensable.” Las tradicionales
coordenadas ideológicas ya bastante borrosas a estas alturas, terminarán siendo
irrelevantes.
Las categorías políticas del populismo
que definieron el debate público en el
mundo tras la crisis financiera del 2008
enfrentan una nueva realidad. De muchas maneras simplificaron la disyuntiva como la alternativa entre nosotros, el
pueblo, y ellos, la élite de los expertos. El
país profundo y verdadero contra la globalización que lo ensucia y desnaturaliza todo. La voluntad auténtica de la gente contra el distante juego de las instituciones.
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