- Varias zonas de la capital mexicana rompen el aislamiento porque no pueden parar económicamente o porque no creen en la gravedad de la covid-19 pese a los llamados a quedarse en casa de las autoridades
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Una de las calles en Milpa Alta, en Ciudad de México.GLADYS SERRANO
Para Lilia Martínez, el sonido de la tranquilidad es el zumbido de una rasuradora. La mujer, de lentes de contacto color miel, permaneció dos semanas en casa en el aislamiento promovido por las autoridades sanitarias mexicanas. La estilista, de 42 años, impulsó los cortes de cabello a domicilio, pero no funcionaron. Sobrevivir a la cuarentena más de un mes sin ahorros era un escenario espinoso. Por ello montó un rudimentario salón de belleza con dos sillas, una larga extensión de luz y un espejo de mano a las afueras del mercado público Morelos, al centro de Ciudad de México. Sobre el asfalto se menea para delinear las patillas de un chico. “Mi idea es abrir todos los días de esta pandemia, primero Dios”, dice Martínez. “Entre más pienses sobre el coronavirus, más miedo te metes”, lanza la peluquera, quien gana 35 pesos por cada corte (1,4 dólares).
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