Jesús Silva-Hérzog - El Siglo de Torreón
Cuenta Ben Rhodes, amigo y
asesor de Barack Obama que
el día que dejaron la Casa
Blanca, una pregunta rondaba el
ambiente: “¿Y si nos equivocamos?”
El presidente de la serenidad entregaba el poder a un patán. Esa es, dicen Stephen Holmes y Ivan Krastev
en su nuevo libro, la pregunta verdaderamente necesaria en estos días.
No “¿Qué salió mal?”, o “¿quién se
equivocó”? La pregunta profunda y
honesta es esa: “¿Qué tal que hayamos sido nosotros quienes nos equivocamos?” Ahí está la base de la autocrítica liberal que sigue buscando
respuesta.
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